Era moderna, ¿alienada o libre?

Esta cuestión, creo que se nos suscita cuando nos preguntamos sobre la mejoría de los tiempos modernos de cara a la libertad y el librepensamiento, puesto que estamos acostumbrados a pensar que actualmente disponemos de una multiculturación que nos hace libre-decicir en apariencia, pero quizá habría que redirigir y analizar si realmente ha sido así, o lo contrario.Por ende, actualmente la globalización ¿nos proporciona un mayor grado de libertad, o nos convierte en individuos aún más alienados? Empecemos otorgando una cita de especial interés.

“La mejor manera de evitar que un prisionero escape, es asegurarse de que nunca sepa que está en prisión”

Fiodor Dostoiesvki


En realidad no hemos decidido deliberadamente que el globalismo se nos imponga, sino que ha sido una herramienta más para la economía y el flujo constante del mercado, ya a nivel mundial; el globalismo nos llega y nos engulle con su auriga el capitalismo, y junto con ella nos otorga una ideología homogénea, cuya máscara, o lo que se nos viene primero a la psique es el multiculturalismo. Conviene mencionar a Levi-Strauss, un filósofo francés contemporáneo que destacó vislumbrando características del estructuralismo, o los hilos estructurales que maneja a los sujetos. Y dado que la pregunta es sobre agravación o disminución de la alienación del humano en este manto globalista, habría que solicitar traer aquí lo que el filósofo francés sugería, y es que, para conocer la realidad del asunto es que el foco no debía ponerse sobre los sujetos, si han agravado o disminuído en cuanto a su pensamiento crítico, sino observar las estructuras y redes que están por encima del individuo, manejando los puntos de vista epistemológicos que la plebe tiene. Comenta que «Para conocer lo humano, hay que tener en cuenta lo que no es humano», puesto que para conocer al títere o a la marioneta, hay que hablar primero sobre el marionetista; que son las estructuras de poder y dominación. El globalismo puede ser la forma más sutil y refinada de este entramado distópico de la pérdida de la individualidad de las personas, sobre todo cuando nos encontramos ante la chocante idea de que como decía y le dedicó una obra Francis Fukuyama, “es el fin de la historia” en el sentido de que es el fin de las libertades de pensamiento que dejan de converger en otras de manera cíclica. Fukuyama, un experto politólogo estadounidense de descendencia japonesa fijó que, con el capitalismo en auriga, cuyos caballos son el globalismo multiculturalista, ya la manera cíclica y dinámica de la historia se pierde, porque se pierde la manera en que la población piense de otra manera, puesto que lo establecido es tan sumamente convincente y apela a la culpabilidad y moral que llega hasta lo más recóndito. Por esta razón estamos según Fukuyama en el fin de la historia, entendida como fin de los procesos dialécticos, de oposición y de bandos contrarios. Actualmente, se te señalaría de todo lo contrario a lo más cívico y ético si sales del bando casi único del multiculturalismo globalista, puesto que serías el anti-progre, apelando a tu culpabilidad, de tu forma de no ir en la buena y correcta dirección del civismo humano. Esto indica que hasta la moral está subyugada a los hilos estructurales del Poder, y la moral misma tiene que ver con el pensamiento y la conducta de las personas en dirección de lo que juzgan como “bueno”, cosa que está demarcando por sus intereses, la dominancia capitalista apoyada de su multiculturalismo.Paradójicamente, Levi-Strauss sostiene que las estructuras están inmersas en la mente del humano, en forma de oposición y que dicha oposición de lo uno con lo otro, conforma el estatuto de lo real. Pero como estamos viendo en estas palabras, dicha estructura generada por pares duales y enfrentados es desmontada y destruída, viéndose el capitalismo como un Cronos que todo lo devora, hasta la oposición, obteniendo el monopolio del pensamiento humano a nivel mercantil.


Después de esta pequeña aclaración, conviene volver hacia atrás, dirigirnos hacia la cuestión y su esencia misma; ¿La globalización ha dado libertad o ha alienado? Ella misma, la globalización ha trascendido los horizontes mismos del mundo, homogeneizando a este planeta a no poder escapar de las garras del mercado y su ideología. Asimismo, aludiendo a un concepto grato para Žižek, no hay un Gran Otro, no hay otros hilos estructurales inconscientes que nos puedan guiar e imprimirse en la sociedad, puesto que los prisioneros alienados del hoy no ven ninguna enemistad como para confrontarse y mirarse como lo Uno y eso lo Otro, sugiriendo que no hay sugestión, sentimiento de pertenencia ni división. Así, el individuo es más difícil que se sepa prisionero o alienado. Pongamos por ejemplo para entender este detalle, la confrontación de un budista y de un cristiano, chocando en sus verdades pero también retroalimentándose; el cristiano después de aprender y fascinarse sobre la historia del Buda y la lectura de los Sutras podrá acoger sus enseñanzas y dar cabida y posibilidad a que quizá estaba equivocado, o sólo mirando la realidad desde su única devocionalidad cristiana, aprendiendo que hay más formas que también pueden considerarse puras y espirituales. Sin embargo, si el cristiano nunca llega a conocer a un budista, confucionista, o hinduista, creerá toda su vida que la única vía es Cristo. No existe ni siquiera la posibilidad de cambiar, eso es lo que ha conseguido el capitalismo en su forma más refinada y astuta, no abrir ninguna senda más que no sea ella misma; esa es la forma más sutil de ser encarcelado y manipulado, la cual es nunca pensar que se es manipulado ni que se está entre rejas.
Sin embargo, y como aprendemos de Gilles Lipovetsky, otro relevante filósofo estructuralista y analista de la globalización, el individuo cree y siente constantemente que tiene poder de elección, que puede cambiarse de cristiano a budista si así lo quiere, teniendo aparentemente un poder de elección, cosa que estaría en contra de la alienación humana moderna. Lipovetsky diría que no, que realmente es una ilusión de elección, puesto que el propio sistema ejecuta un sinfín de herramientas para monitorear y dirigir las acciones y decisiones de los individuos, por lo que en realidad, el campo de visión y elección no es real, sino sugerencia del poder, una moldeación, un abanico deliberativo ya establecido. Seríamos como ovejas de un rebaño creyendo que cada paso que damos es nuestro, pero en realidad es el pastor quien nos dirige, manipulándonos para elegir lo conveniente en un plano comercial, social y político. Siguiendo este argumento, la libertad es ilusoria, puesto que lo que pretende elegir libremente el sujeto para sí, ya lo han elegido otros por encima, manipulando los deseos, aspiraciones y temores que el sujeto tiene y tendrá, tratándose de una especie de conductismo predecible, útil y conveniente para el poder, a expensas de que siga el individuo pensando que es tomador de su propia libertad; por eso la forma más refinada de alienación es la que hace pensar y creer que uno es dueño de su destino y libertad, en estado de prisionero.

Deja un comentario