Raíces y Sol.

Las plantas son unas maestras ; echan raíces que les dan equilibrio, fuerza, sostenibilidad y alimento. A la vez que se alimentan del Sol y su luz.

Quisiera parecerme más a ellas ; quiero echar raíces en este mundo, en la Tierra, en el suelo que piso. Quiero ser mundano, cercano, cotidiano. Necesito aprender de las plantas en tanto que, ellas, buscan el Sol pero enraizadas y firmes en el suelo; nunca pierden de vista ni el suelo y fermento oscuro que pisan y es su sustento, ni el cielo lumínico que buscan y es su anhelo.

Los seres humanos nos perdemos en los extremos; o bien centrados completa y trágicamente en la materia orgánica de la Tierra, en su fermento, su carne, su alimento, materia y opulencia. O bien, se ciega completa y trágicamente con el Sol abrasador que emite el cielo, su luz, su virtud, su mensaje, su bienaventuranza.

El ser humano debe vivir como la planta, debe enraizarse en el mundo, firme y sujeto a su Tierra, y nunca perdiendo de vista la luz que aclara su camino. Puesto que, si el humano vive con sólo raíces aquí en tierra, sin buscar luz, me temo que chocará y su detrimento será grande, se perderá en las carnes, en los lujos, en la materia, en los vicios, en lo desenfrenado, caótico, loco. La persona que sólo tiene raíces en lo mundano y terrestre pierde el nutriente de su alma y anda perdido en la lujuria, gula, apetito e instinto. Y por el contrario, si el humano busca una luz sin la firmeza de unas raíces bien escarbadas, correrá el riesgo de la ceguera de sus creencias, de sus pensamientos, poesía, melancolía, filosofía, ideas, valores o ciencia. Y la persona que solo busca Sol y ambiente lumínico y claridad, finalmente puede quedar ciego al igual que el loco por su apetito, en tanto, tanta luz ciega y quema, fanático de su ciencia, obseso de su pensamiento, acérrimo de su filosofía, devoto ciego por su religión.

Solo es posible convivir si en la medida de lo posible nos parecemos a los robles, encinas, hayas o flores. Y quizá la figura de Jesucristo nos recuerde sobre cómo ser al estilo de una planta, puesto que es la persona que era Luz y Materia, era Hombre y Dios. Tocaba profundamente con sus raíces el más hondo mundo terrestre y lleno de miserias, vicios y contratiempos. Y sin embargo nunca mantuvo lejanía con su procedencia del Cielo ni los valores que en él había. Sin duda, quiero ser haya, encima, flor o parecerme a Jesús ; tocar lo más hondo de este mundo sin obstruirme de la claridad de la virtud.

La mirada al cielo siempre ha de ser vista desde una raíz tan anclada que el sentido común no se pierda, como asimismo el anclaje al fermento terrestre siempre ha de ser fundamentado en unas ganas de crecer a lo alto y buscar la Luz del Sol. Esta es la realidad dual que el ser humano debe aceptar y acometer; una en la cual sea capaz de estar sin caer ni en la quemadura, fantasía o fanatismo del Sol, ni en la opulencia, vicios, depravación o sinvergonzonería de la Tierra o la carne.

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